Me avisó mi hermano Pedro, ayer, apenas un día después del
fallecimiento de Hugo Chávez, que un mensaje distribuido mediante correos
electrónicos por la Fundéu
BBVA (Fundación del español urgente), hacía su “recomendación
urgente del día” con el título de “Poschavismo
mejor que postchavismo”:
Poschavismo, mejor que postchavismo,
es el término apropiado para referirse a la etapa política que se abre tras el
fallecimiento de Hugo Chávez.
Con motivo de la muerte del
mandatario venezolano, se observa vacilación en los medios informativos
respecto al modo de denominar al periodo posterior al mandato de Hugo Chávez:
«Un panorama del post-chavismo», «El pos chavismo», «Las Fuerzas Armadas se
revolverán contra cualquier intento de restarles poder en la era del
postchavismo»…
En este sentido, la Ortografía
de la lengua española recomienda emplear la forma simple pos-, mejor
que post-, y señala, en cualquier caso, que el prefijo ha de
escribirse unido al sustantivo al que se incorpora, sin espacio ni guion
intermedio, por lo que se desaconsejan las formas post chavismo, post-chavismo,
pos chavismo y pos-chavismo.
Así pues, en los ejemplos
anteriores lo más apropiado habría sido escribir «Un panorama del poschavismo»,
«El poschavismo» y «Las Fuerzas Armadas se revolverán contra cualquier intento
de restarles poder en la era del poschavismo».
Este mismo criterio es aplicable a poschavista,
mejor que postchavista.
A Pedro y a mí nos llamó la atención la celeridad, en esta
oportunidad, en considerar los usos del prefijo “pos” o “post” según la
estructura de las palabras compuestas que forma, una cuestión ya vieja en el
“idioma de Cervantes” y que en ningún otro caso, que tengamos noticia, tuvo tan
apuradas consideraciones incluso de la propia y tres veces centenaria Real
Academia Española (siquiera cuando las más cercanas muertes de Carlos Marx, José
Martí, Vladimir Lenin, León Trotsky, Ernesto Guevara, Juan D. Perón o Mao Tse
Tung, citando sólo a algunos protagonistas del devenir histórico cuyos apelativos
han sido incorporados a sustantivos y adjetivos de generalizado uso).
La Fundéu, se define en su sitio de Internet, es “una
institución sin ánimo de lucro que tiene como principal objetivo impulsar el
buen uso del español en los medios de comunicación”. Fue fundada en 2005 a iniciativa de la
agencia de noticias del Estado español, EFE, y con apoyo económico del Banco
Bilbao Vizcaya Argentaria (BBVA). Tiene un equipo de conducción, la Fundéu, de
más o menos una docena, entre mujeres y varones, de lingüistas, lexicógrafos,
correctores de estilo, ortotipógrafos y periodistas, los más de ellos muy
probablemente investigadores o docentes académicos. Es de destacar que quienes
trabajamos con palabras recurrimos con frecuencia a sus análisis técnicos y
recomendaciones.
Según la Wikipedia,
la constitución del BBVA ha sido producto de las políticas de privatización de
entidades financieras públicas españolas (el Grupo Argentaria) y posteriores
fusiones con otras ya privadas impulsadas por el neoliberalismo capitalista
desde las décadas de 1980 y 1990, la corporación bancaria tiene participación
en entidades financieras de más de treinta países, ciento diez mil empleados,
treinta y cinco millones de clientes y uno de accionistas, pero sin discriminar
las potencialidades decisorias de cada uno de estos.
¿Poschavismo?
Cuando Pedro, ayer, me anotició de la recomendación que
hacía la Fundéu, lo primero que se me ocurrió fue tomar en cuenta la prontitud
con que sus integrantes cuyos honorarios (para no llamarlos meros salarios)
paga la corporación bancaria aludida, intervenían de manera colateral en una
cuestión eminentemente política y de interés mundial a la que, en y desde Miami
también, algunos con entusiasmo quieren poner en directa relación con la
popular sentencia que dice que muerto el perro se acabó la rabia.
Mi hermano, entonces, en el intercambio de mensajes que
hicimos, aportó interesantes reflexiones que enfrentan las recomendaciones
banco-dependientes (“categoriales” diría
sobre éstas algún fanático divulgador de neologismos “progresistas ma non troppo”). Me escribió que, en
vinculación con el pertinente uso académico que se hace con los calificativos
de marxiano y marxista, desde ahora, luego del lamentable fallecimiento de
Chávez, también podrían emplearse según los casos los sufijos –ismo, -ista y el
que toma la forma –iano (ver DRAE), formando sustantivos o adjetivos, según
corresponda: chavismo, chavista o chaviano.
Casos registrados en el Diccionario usual de la lengua española (DRAE)
que sirven como antecedentes son el sustantivo “marxismo” (“Doctrina
derivada de las teorías de los filósofos alemanes Friedrich Engels y Karl Marx,
consistente en interpretar el idealismo dialéctico de Hegel como materialismo
dialéctico, y que aspira a conseguir una sociedad sin clases”) y el
adjetivo “marxista” (“Partidario de Karl Marx o que profesa su
doctrina”, y también “Perteneciente o relativo al marxismo”). Un
adjetivo “marxiano” no está registrado en el DRAE, pero sí lo está “martiano”
(“Perteneciente o relativo a José Martí o a su obra. La doctrina martiana”,
y “Con rasgos característicos de
la obra de este escritor y político cubano. Un ideario
muy martiano”).
Así pues,
entonces, ¡que vivan el chavismo, lo chaviano y los chavistas! (Ya pueden los
lexicógrafos, no hace falta urgencia, ir gestionando el registro de estos vocablos.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario