(La presente nota es también publicada simultáneamente por la agencia ALAI, América Latina en Movimiento.)
Danilo Astori, actual
vicepresidente de Uruguay y ministro de Economía (2005-2008) con Tabaré
Vázquez, y el propio Vázquez, dicen ahora que se equivocaron al apoyar la
asociación de PLUNA con Leadgate (en 2007), y dice Astori, según el diario El
País, de Montevideo, que le “«cuesta y mucho» asumir su culpa[1]
y agregó que «si alguien afirma que asumir sus errores no le cuesta ningún
esfuerzo, o miente o no tiene amor propio»”2.
Caramba. Le cuesta
asumir su responsabilidad. Pero, este “contador y economista”, ¿dónde estaba y
qué observó cuando a finales de la presidencia de Luis Alberto Lacalle (Partido
Nacional) e inicio de la de Julio María
Sanguinetti (Partido Colorado), se asoció PLUNA a Varig (1995-2005,
coincidentemente con la presidencia en Brasil de Henrique Cardoso, otrora el
famoso sociólogo “padre” de la Teoría de la Dependencia muerta por filicidio) y
la sociedad se fue a pique a costo de “los más infelices” de los pueblos
brasileño y uruguayo? ¿Y Vázquez? ¿Y dónde estaban ambos y qué observaban
cuando entre 1998 y 1999, fin del gobierno de Sanguinetti y comienzos del de
Jorge Batlle en Uruguay (ambos colorados), y en Argentina fin del de Carlos Menem
(¡Justicialista!) y principios del de De la Rúa (Unión Cívica Radical-FREPASO…),
la “sociedad” Phoebus-Energy, basada en las Islas Vírgenes Británicas
(!) enroscó la víbora (es un viejo decir que alude a los embaucadores de
esquina que distraen con un ofidio inofensivo, generalmente una lampalagua) a
ANCAP, la
Administración Nacional de Cemento, Alcoholes y Petróleo,
vendiéndole una “participación en negocios” en la fantasmal distribuidora de
combustibles SOL Petróleo en la banda occidental del estuario (ocasionándole a
la uruguaya una pérdida de trescientos millones de imperiales verdes).
Caramba Astori. Caramba Vázquez. Tanto grado catedrático chiquicientos y no se avivaron, mientras
otra mucha gente e inclusive este sencillo técnico mecánico y corrector de
libros (académicos, eso sí) siempre vio venir las estafas y en consecuencia se
desgañitó todo lo que pudo para advertir a sus paisanos “más infelices” del
engrupe3 y del afano4, para hablar en canyengue5
nomás. Así fue, por ejemplo, cuando la repartija de las empresas públicas
argentinas a los capitalistas del mundo unidos: Aerolíneas, Obras Sanitarias,
Yacimientos Petrolíferos Fiscales, Flota Mercante, Ferrocarriles, energía
eléctrica, teléfonos, etc. etc.
Caramba. Tantos académicos entusiasmados con la entonces de
moda nueva ciudadanía global, que de un lado y del otro del estuario nos pedían
silencio porque eran ellos los que sabían de que manera las cosas nuestras
irían mejor… (“que” sin tilde, no se lo preguntaban sino que lo afirmaban). Fue
cuando se establecieron los fundamentos que ahora se dice han sido heridos del
MERCOSUR (Astori dixit), Mercado Común del Sur inventado en su momento para que
las multinacionales paseen y vendan sus mercancías por un lado y por el otro,
no para que “los más infelices” se dieran la mano.
Quien escribe está
enojado
Se equivoca Astori
y se equivocan unos cuantos más. Hay personas cabales y responsables que no
mienten, y que asumen sus errores sin ningún esfuerzo. Es más, quien escribe,
solamente dos años menor que Astori y en perfecto estado de raciocinio
(cursando el año 71 de su vida, mientras Astori el 73 y Vázquez también), se
cuida de equivocarse porque tiene tanto amor propio como exactamente tiene amor
a los prójimos (aun sin ser de confesión cristiana u otra, y que no le paguen
por consulta), y también amor a lejanas mujeres y varones sencillos y
trabajadores del mundo. Y si se equivoca, que le sucede, lo reconoce, pide
disculpas y se esfuerza en procurar reparar el error y sus consecuencias. Por
eso, este viejo, les dice a los viejos Astori y Vázquez que se retiren nomás a
cualquier paraíso fiscal o ficticio pero bien lejano, que tenga algo más de
futuro que el del actual país oriental (si no se da vuelta todo), y no vuelvan
(a nuestra edad ya diez años por ahí nos sobran).
Del lado occidental
del gran estuario Río de la Plata (sin menoscabo del lado oriental) una
especialidad burocrática de siempre, no es que sea de ahora, es agregar
modificaciones a las modificaciones que previamente modificaron modificaciones
de normas (por ejemplo de manejo de cambio de moneda). Especialistas en ello
son los tecnólogos de diferentes especialidades y grados que pueblan la
administración del capitalismo. Se dice así para que quede claro: las empresas
“privadas” y los Estados de los países capitalistas conjuntamente administran
el capitalismo, modo de producción y atesoramiento de plusvalía. Y esos
especialistas no pertenecen (obviamente) a la clase obrera ni (tampoco) a las
burguesías sean éstas dominantes o subsidiarias6, pertenecen a las
capas o clase media que a cambio de ciertas prebendas facilitan la explotación,
nuevamente corresponde repetir, de “los más infelices”. Se dan vuelta los
especialistas como panqueques cúbicos, que tienen seis y no sólo dos caras,
aplauden y no dejan de aplaudir: con el sultán riojano Carlitos aplaudieron,
aplaudieron a De la Rúa, a Duhalde, a Macri y ahora siguen aplaudiendo.
Vale aclarar que no
toda la llamada clase media es especialista, autora o cómplice en intríngulis
burocráticos. Pero casi toda esta clase está compuesta por personas que
practican ese “inmoderado y excesivo amor a sí mismo, que
hace atender desmedidamente al propio interés, sin cuidarse del de los demás”, por lo que les cuesta asumir sus
responsabilidades en los errores que cometen, como le pasa a Astori según
reconoce él mismo, y probablemente también como le pueda suceder a la
presidenta argentina, Cristina Fernández. Ella, Fernández, podría parecer que
en parte asume sus errores y los rectifica: de tener atesorados tres millones
de imperiales verdes váyase a saber dónde, ahora, al calor de la lucha contra
la elusión cambiaria, los convirtió en pesos (13.539.000) puestos a
reproducirse “especularmente”, eso sí, ahora en un banco oficial.
Estas personas (tan
cómo decirte, viste, nada,) se reconocen en mil y una situaciones, al toque
(touch), y para dar ejemplo veamos solamente uno: si se le pregunta a una
fulana o mengano que conduce (de) su (propiedad) reluciente cero kilómetro
pomposo pipí cucú para qué sirven las luces que lleva adelante con fulgurantes
lámparas y reflectores, responde así: “para iluminarme”. Punto. Nunca
responderá que sirven para hacer visible el camino, para expresarse con un
lenguaje de señas ópticas con otras personas que van a pie o conducen otros
vehículos, para que sea visto el que conduce y que como suelen encandilar a los
que vienen de frente a ellos hay que ser responsables en su uso, disminuir su
reflejo y también apagarlas cuando se está detenido porque para alertar de ello
están las luces llamadas balizas, etc. etc. etc.
Las fulanas y
menganos de clase media saben obedecer e hincarse ante los que los mandan y
especialmente menospreciar a “los más infelices” (¡Qué infeliz el pobre
Artigas!) todo eso, claro que sí, con calzones (aparentemente) limpios y
vocabulario cortés (aunque no valiente), no les gusta pagar impuestos pero sí “ahorrar”
en imperiales verdes, hacer triquiñuelas, alcahuetar siempre y otras gracias
también.
Como “el ladrón
cree que todos son de su condición” estos burócratas administradores del
capitalismo creen que todos adoramos a la divisa imperial verde pero que no
debemos tocarla (nene) porque está sucia y ellos saben muy bien a cuantas cosas
huele, y así, andan instalando cámaras de vídeo y carteles de “no toquen las
divisas” por todas partes mientras sus hijos en edad universitaria se embelezan
con el Michel Foucault de Vigilar y castigar aunque luego practicarán la
santa hipocresía de clase.
Quien escribe está muy enojado, sí
Y nosotros, los que
en el extremo sur habitamos entre océanos, cordilleras y bravos ríos para
darnos un abrazo o simplemente pasear un poco entre modestos vecinos (de Chile,
Bolivia, Paraguay, Brasil, Uruguay o Argentina) tenemos que rendirnos ante los malabarismos
de cambistas de esquina (que enroscan víboras “a precios de mercado” a favor de
sus mandantes) porque a los burócratas administradores locales del capitalismo
les parece que los pesos chilenos, bolivianos, guaraníes, reales, uruguayos o
argentinos son exactamente iguales de apestosos que las “divisas imperiales
verdes” que nosotros detestamos.
Y lo que más bronca
da… es que “seis, siete y ocho [veces], probando” (como simpáticamente dijo
días pasados un locutor municipal de José C. Paz, Provincia de Buenos Aires
para distraer a cien pobres y sus parientes que esperaban les entregaran
modestos títulos de propiedad de sus casitas), los prepotentes errores de
gentes “tan gentes” que dan de comer pasto a las bestias (impecable producción
de “opositores”) impidan cosas mejores.
Por ejemplo: 1) que PLUNA estatal se hubiera asociado con la venezolana estatal
Conviasa, como en su momento propuso el Partido Comunista de Uruguay y no le
llevaron el apunte porque Astori y Vázquez “sabían más”: y 2) que en vez de
estar sumando modificaciones a modificaciones de normas que no entienden en la propia Administración
Fiscal de Ingresos Públicos (AFIP) ni en el Banco Central
(BC) de Argentina, acaben con la divisa imperial verde en toda transacción NO
ESTATAL y habiliten de consuno un modo de CONVERSIÓN DE MONEDAS DE LA UNASUR
que no servirá para atesorar porque no se lo puede hacer con “acción[es] y efecto[s] de convertir o convertirse”.
¡Cómo joden la vida
(incluso a este sencillo mecánico septuagenario al que obligan a escribir y
escribir…)!
Notas:
1 Diccionario RAE: 4. f. Psicol. Acción u omisión que provoca un sentimiento
de responsabilidad por un daño causado.
4 Diccionario RAE: 1. tr. jerg. Hurtar, estafar,
robar.
5 Vocabulario de arrabal
popular.
6 En su acepción jurídica.
Diccionario RAE: 2. adj. Der.
Dicho de una acción o de una responsabilidad: Que suple a otra principal.
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