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domingo, 24 de diciembre de 2017

Reflexiones oeste-rioplatenses para 2018















Esta fotografía nos sugiere la rediviva de una dupla catastrófica:  
Grigori Yefímovich Rasputín, conocido como El Monje Loco, fue un místico ruso con una gran influencia en los últimos días de la dinastía Romanov. 


Luego de un receso no programado sino producto espontaneo de cierto hartazgo producido por la triste realidad política y social actual sureña, durante el cual únicamente me expresé a través del canal de @1942Ansinaes en Twitter, vuelvo al blog del que no me fui, porque parafraseando al Polaco Goyeneche cuando canta a Aníbal Troilo también puedo decir: si nunca me fui, si siempre estoy llegando…

Días pasados, en la referida red cibernética una mujer publicó que “no podía respirar” tras, junto con su propia madre, leer la carta que un niño hijo de ella había escrito para “Papá Noel”. Decía, el niño, más o menos así: que si ahora tampoco podía traerle la bicicleta que ya le había pedido en oportunidad anterior deseaba que los renos de su trineo se durmieran –me parece que así decía–, para que él, Noel, se cayera y no llegara…

Le manifesté por la misma vía a esa madre: «Caramba… Así estamos... no podés respirar porque continúas creyendo en falsas e imaginarias promesas. A un niño que escribe tan bien ya se le pueden explicar las cosas más auténticamente, y comprenderlas uno mismo... ¡Cariños para vos, tus hijos y tu familia!»

Mempo Giardinelli, un escritor chaqueño que respeto, viene desde hace tiempo promoviendo el Manifiesto Argentino: una suma de personas que debaten la salida de la encrucijada. Es columnista, Mempo, del diario Página|12, ha ganado muchos adherentes y coprotagonistas para el Manifiesto, entre ellos a un buen amigo nuestro, el poeta y periodista mendocino Julio Rudman. El Manifiesto propugna la convocatoria de una convención que dicte una nueva Constitución con clarísimos conceptos de democracia popular y defensa del patrimonio nacional: comparto esas propuestas pero me pregunto cuál sería la manera de materializar esa convocatoria estando vigente el virreinato.1

Entre las cosas que me hartan están las propias de la mentada en tanto “clase media”. Y digo “mentada”, porque la tal no es otra cosa que un invento-de-sí-misma que no tiene asidero en ninguna teoría ni práctica científica, histórica, sociológica o económica y fue promovida desde principios del siglo XX cuando lo que para las luchas populares y reivindicativas de derechos humanos implicó el triunfo entonces de la Revolución Rusa. Sobre la cuestión de que se trata solamente de un sentimiento o ilusión ha sido explícito el académico Ezequiel Adamovsky, quien ha escrito varios libros respecto del tema y sobre los que no abundaremos. Es bueno leerlos.2

Se me dirá que los estadígrafos emplean tal “categoría” para clasificar la población por su condición cultural y capacidad de consumo. Pero ello no es más que un ardid de autodefensa de grupo… ¿Se podrá hablar de capas medias según sus ingresos? Sí, eso sí. Pero se es trabajador asalariado o no asalariado en la especialidad que fuere, o se es dueño de medios de producción, es decir, capitalista. En una categoría tan confusa como en intrínseca crisis ubicada como capa media, podría definirse a quienes son trabajadores y dueños de sus medios de producción: profesionales varios no asalariados en disciplinas que van desde las científicas a las técnicas y pasan por las de intermediación, como el comercio. Pero… ¿clase media? Mejor sería grupo medio estúpido, medio egoísta, medio engreído y medio soberbio.

Yo soy un trabajador, eso soy, que en el presente y dada mi edad estoy jubilado. De vez en cuando vuelvo a la actividad y me persigue la llamada ARBA, la Agencia de Recaudación Tributaria de la Provincia de Buenos Aires, aunque por ley de la misma provincia no estamos obligados a tributar los editores y correctores de textos que se publiquen como libros. Dicen que estoy exento de tributar pero que debo presentar declaraciones juradas todos los meses sobre mis magros ingresos por esa actividad. Nunca tuve que hacerlo incluso contratado eventualmente por organismos internacionales como el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (ONU), hasta febrero de 2016, ya jubilado. Desde entonces si no presento Declaraciones Juradas por mí mismo ni encargo a título oneroso de ello a un contador público me multa y me confisca el importe de esas multas ni bien me encuentra en posesión de fondos que no fueran probadamente haberes jubilatorios.3

El capitalismo ya no puede argumentar que hace a la felicidad de la colectividad humana (nunca lo hizo, claro está). Tampoco la llamada ley fundamental del país realmente existente, Constitución entre socialmente liberal y económicamente neoliberal. La “democracia” fue, quizá meramente por uso indebido, convertida en una periódica encuesta performada por los aparatos publicitarios de producción de consensos. Mempo propone un modelo de “reconstrucción” del país. Es decir, interpreto, que una mitad de ciudadanos lográramos que la otra mitad coincidiera voluntariamente y de buena fe con nosotros en echar al virrey y su corte, los que, ciertamente, se han fortalecido enrostrándonos no presuntos desaciertos nuestros sino gases lacrimógenos y pimienta más perdigonadas y garrotazos. Mempo y el Manifiesto, como tampoco nosotros ahora, proponen una revolución o guerra civil para materializar esa reconstrucción, sino que contrariamente la pretensión común es evitar caer y ser víctimas de la provocación guerrera que nos hacen.

Mientras tanto es una pena que tantos gendarmes y policías nacidos de nosotros mismos hayan perdido respeto humano de sí aceptando ser convertidos en esbirros. Pero es así.

No se me ocurre otra solución que, lo he manifestado de otras maneras en tanto resistir para poder vivir, divorciarnos requiriendo veedores internacionales tanto populares como institucionales para proceder a ello. Este matrimonio social no va más. No podemos en un mismo y único país convivir y desarrollarnos humanamente en permanente conflicto violento entre una parte creativa y consciente de sus obligaciones y derechos y otra parte robotizada, egoísta, súbdita de un poder económico o pretendiéndose asociada a éste, ya mafioso, que no hace otra cosa que expoliar, engatusar, maltratar gravemente como lo ha destacado la Comisión  Interamericana de Derechos Humanos (una decena, por lo menos, de personas con pérdida de visión por el ataque días pasados con balas de goma disparadas al tuntún por policías montados en motos represaliando protestas ciudadanas ante el parlamento, en Buenos Aires), encarcelar sin causa y si le cuadra también asesinar, como con Santiago Maldonado o Rafael Nahuel.

Creemos que es necesaria la construcción de un nuevo contrato social que reemplace el surgido promediando el siglo XIX. Un país de las argentinas y argentinos solidarios, honestos, democráticos e inteligentes necesita separarse del país de las argentinas y argentinos que se identifican con las dictaduras criminales y el virreinato4 instaurado a fines de 2015. Es irremediable, no puede haber conciliación. Dividamos bienes geográficos, culturales y económicos acordando una reconfiguración y pertenencia de ellos. Ya la historia nos dirá en cada momento de qué manera evoluciona la experiencia. Ahora divorcio, y con una condición sin la cual no hay posibilidad de construcción y desarrollo social: las personas responsables según las normas jurídicas y legales en vigencia no podrán cambiar la opción elegida salvo que la solicitaran al nuevo país al que desearan integrarse aludiendo razones sumamente justificadas. Solamente quienes en el momento de las reconfiguraciones nacionales no hubieran tenido edad de responsabilidad política ciudadana –dieciséis años–, habiéndola con posterioridad adquirido podrán optar libremente aceptando las nuevas condiciones constitucionales de cada parte incorporarse a la otra nacionalidad resuelta. Puede estimarse que cada nuevo país resultante podría tener una población aproximada de veinte millones de personas y los recursos geográficos y económicos estar repartidos equitativamente según los valores y proporciones existentes en el mes de octubre de 2015.

No es fácil y no es una aproximación a los acuerdos de Yalta tras la Segunda Gran Guerra del siglo XX, porque ahora se propone una decisión democrática y soberana popular. No se trata de una revolución social pero sí de evitar una confrontación violenta con alto costo en vidas y nos dará respiro, a nosotros, trabajadores, honestos y democráticos, para conviviendo en paz construir nuevas maneras de sociabilidad. En este proceso habrá que deshacer y recomponer alianzas con otros pueblos, naciones y países: nosotros con los pueblos libres, independientes y descolonizados, pensando primeramente en el Estado Plurinacional de Bolivia.

Ojalá podamos ir pensando y actuando en esta línea de proposición desde el comienzo mismo de 2018, por ello invitamos a brindar.


Notas:


2 Acceso a una versión digital del texto completo de, Ezequiel Adamovsky, Historia de la clase media argentina. Apogeo y decadencia de una ilusión, 1919-2003. Buenos Aires: Editorial Planeta, 2009. 538 páginas. Anuario Colombiano de Historia Social y de la Cultura, Bogotá: https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/18359/19271


4 Ya desde diciembre de 2015 hemos venido caracterizando el momento histórico: http://gervasioespinosanotas.blogspot.com.ar/2015/12/restablecimiento-de-los-virreinatos.html


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