Hará dentro de algunos meses, ya bien en curso la próxima
primavera, dos años desde que luego de pernoctar en General Acha, La Pampa,
viajábamos con mi compañera hacia la ciudad de Neuquén para encontrarnos con un
estudioso, teórico, profesor y militante
de la historia: Ariel
Petruccelli1. Íbamos esa mañana bajo una
persistente garúa por la Ruta 20, el horizonte se veía plomizo tras la árida
estepa, y encendimos la radio para informarnos sobre el pronóstico del clima.
Fue entonces que nos enteramos, la noticia no impactó.
El día siguiente compartimos un almuerzo en casa de Ariel, con
su hijita Lucía y dos amigos, mendocinos. (Una pata de cordero patagónico asada
a las brasas y condimentada con albahaca y menta por el anfitrión.) El obvio
tema de conversación entre los cinco fue la muerte de Kirchner y la coyuntura
en que se producía, Lucía escucho hasta que recogió platos y cubiertos y se
refugió en otras cosas.
Desde entonces se ha impuesto el nombre del ex presidente a
una innumerable cantidad de actos, simposios, seminarios, centros deportivos y sociales,
de barrios y hasta edificios. Es el caso del que se inauguró en el cruce de
Diagonal 113 y Calle 63 en La Plata, Provincia de Buenos Aires, para el
funcionamiento de la Facultad de Periodismo y Comunicación Social de su
Universidad Nacional.
A propósito de ello. El taller y agencia periodística de esa
Facultad se llama ahora APAS, Agencia de Prensa de América del Sur, pero hasta
hace muy poco se llamó Agencia de Prensa del Mercosur. El apelativo, propio del
acuerdo aduanero impulsado por las empresas multinacionales cuando el auge
neoliberal de fines del siglo pasado, en rigor, nunca fue el más significativo
para denominar a una agencia periodística y académica, además de,
probablemente, entrar en colisión con cuestiones de registro legal.
La APAS podría parecer una suerte de renovación (o
resurrección) de la APM, la que perdura en el link vigente: http://www.prensamercosur.com.ar/apm/tapa.php.
Ahora, simultáneamente con la habilitación del nuevo edificio la agencia
periodística se llama APAS. Podría pensarse que se trata de un volver a las
fuentes para la rectificación de rutas, podría ser que fuera así. Lo
efectivamente cierto es que la América del sur es anterior al MERCOSUR –todas
las letras con mayúsculas como lo establecen sus protocolos de 1991–, no otra
cosa que un circunstancial acuerdo para facilitar el tránsito de mercancías
producidas principalmente por multinacionales que, a la vez, están radicadas
tanto en Brasil como Argentina.2 Volveremos sobre la cuestión, pero
ahora recordemos que el comercio “internacional” entre “terminales” de una
misma empresa que simultáneamente las radica en México, Brasil y Argentina
implica movimientos de capital y facturaciones que los propios Estados tienen
serias dificultades para controlar. Capitales que, no se lo soslaye, se
acrecientan gracias a la plusvalía.
Culto y cultura
Existe, sin duda, naturalizada, una cultura de la
resurrección que ha jugado y juega un papel esencial en la dominación que unos
pocos efectivizan sobre muchísimos, en la dominación de una clase de pocos sobre
la clase de los muchos, de monopolios u oligopolios y Estados dominantes sobre
los pueblos dominados. Y no se trata de cuestiones de fe, sino de lato engaño.
En Uruguay ahora se armó un debate cuasi circense, en el que
los leones aspiran manducarse a Eleuterio “El Ñato” Fernández Huidobro, viejo
compañero de militancia tupamara del presidente Mujica, y su ministro de
Defensa. Es que Fernández Huidobro tuvo el descuido, no fue osadía, en un
encuentro con la ADM (ya diremos qué es para los que no saben) y en Semana
Santa (la laica Semana
del Turismo oriental fue perdiendo sentido con las reformas neoliberales de
fines del siglo XX), de referirse a Jesús como –citamos de memoria– “ese gil
que crucificaron por andar predicando el perdón”.
Para colmo, parece ser, en un diálogo posterior sobre sus
dichos y en el mismo entorno, lanzó algunas palabrotas más. No es la primera
vez que jerarcas de gobierno, ya mucho antes también solía hacerlo Tabaré
Vázquez, van a las convocatorias de la Asociación de Dirigentes de Marketing de
Uruguay.3
Ambos mateando o con mates a la vista respondieron a
Huidobro, bien, templadamente, el obispo de Minas y el arzobispo metropolitano
de Uruguay, respectivamente Jaime Fuentes y Nicolás Cotugno. Pero fue el ex
presidente blanco Luis Alberto Lacalle el que se jugó por el honor cristiano y
reclamó que el dicente original y disparador del entuerto pidiera disculpas. El
Eleuterio no quiere porque presume que aunque él pidiera perdón, no se refiere a lo de ahora sino a cosas
ocurridas en el fragor de las luchas de décadas pasadas, no lo perdonarían.
Tal ave fénix
Otro caso de tentativa de resucitación, transcurridos
quinientos años, tal ave fénix, es la de reemplumar al capitalismo como “cosa
exquisita y única en su especie”. Para su parición no hubo tres reyes magos,
antes o después, sino burgueses letrados: Lutero, Calvino, Locke, Smith y
algunos más… Tras tantos siglos de aquella fundacional reforma protestante,
ahora nomás, hace unos días, el Papa viene casi a reivindicar ecuménicamente el
nacimiento original del pajarraco que se quiere reanimar afirmando, en un
rápido enroque histórico antes de llegar a Cuba, que “el marxismo ya no
responde a la realidad”. Queda claro, sin capitalismo las finanzas de Roma se
irían a pique.
Cuenta Fidel en su más reciente reflexión,4 como
remate de un crítico análisis del panorama continental de la expoliación de
recursos naturales de los pueblos, que contradictoriamente, prohibido como
estará su país en la
llamada Cumbre de las Américas, en Cartagena, al presidente
de EE. UU. le proveerán para su estadía guayaberas diseñadas por el colombiano
Edgar Gómez. Lo que, dice Fidel, llama a risa, es que no hayan también vedado
el uso de tal prenda siendo que, como a propósito explican las agencias de
noticias, “Esta camisa […] tiene su origen en las orillas del río Yayabo, en
Cuba, por eso inicialmente se llamaban yayaberas”.
Luis Almagro, ministro de Relaciones Exteriores del gobierno
uruguayo, afirmó en un reportaje publicado el sábado 7 de abril por el diario
El País, de Montevideo, que “el MERCOSUR actual no le acerca soluciones a la
gente, no es eficaz. Un planteo se diluye en una solución que no le sirve al
empresario.” En realidad nunca le acercó
más soluciones a los de a pie que una oferta más o menos amplia de heladeras,
lavarropas, televisores, teléfonos móviles y vajilla de cocina, y a los que
podían acceder, entre ellos los llamados “empresarios” autos de marcas
“americanas” o europeas ensamblados en Argentina o Brasil, para satisfacer a
sus parientes.
El acuerdo aduanero no resuelve la sociabilidad humana entre
paisanos de uno y otro lado del río De los pájaros o del gran estuario De la plata. Ver, si no, como
las fábricas de pasta de celulosa animosas para triturar y exprimir troncos de
un lado u otro provocan sin que se les mueva el humo hediondo asperezas entre
pueblos vecinos.
Luces en los ojos
La verdad, quedan pocas, o pocos. Quedan pocos ojos con
luces y luces en ellos dado tanto encandilamiento. En las barriadas suburbanas
y pueblos frecuentados por citadinos quedan ya pocas, casi nulas, posibilidades
de ver en su plenitud a la multitud de estrellas del cielo. Todo está cada vez
realmente más inseguro dada la sensación de inseguridad generada por los que
venden reflectores, alarmas, vigilancia y demás parafernalia al efecto (de
ganar dinero a costilla de nuestras cegueras y sorderas). Con el encandilamiento sucede como con el
ensordecimiento de los amplificadores puestos dentro de las orejas. Se pierden
las capacidades de intercomunicación.
Resurrecciones de la
sinrazón
Así las cosas. En una parte grande y todavía decisoria de la
sociedad hay una reproducción de sinrazones, tristezas, torpezas, sorderas,
cegueras y ausencias de olfato que retrotraen a sus individuos hacia un
interior mínimo, despersonalizado, pobremente egoísta y sin un futuro que no
sea la acumulación cuantitativa de esos rasgos. “Condenados al éxito”, dijo
Duhalde por 2002, más o menos. Comenzar a darse cuenta de ello es
imprescindible para torcer el camino que por ahora va directo al
precipicio.
Gervasio Espinosa (lunes 9 de abril de 2012)
Notas:
1 Petruccelli es docente en la Universidad Nacional
del Comahue y en institutos terciarios provinciales de Neuquén y Río Negro,
militante sindical y autor, entre otros libros, de Materialismo histórico. Interpretaciones y controversias, y El marxismo en la encrucijada,
publicados por la
editorial Prometeo y en los que con mucho agrado participé
cuidando el estilo de ambas ediciones.
2 Véase en http://www.mercosur.int/t_generic.jsp?contentid=3862&site=1&channel=secretaria&seccion=2:
La República Argentina, la República Federativa de Brasil, la República del
Paraguay y la
República Oriental del Uruguay suscribieron el 26 de marzo de
1991 el Tratado de Asunción con el objeto de crear el Mercado Común del Sur,
MERCOSUR.
Los cuatro Estados Partes que
conforman el MERCOSUR comparten una comunión de valores que encuentra expresión
en sus sociedades democráticas, pluralistas, defensoras de las libertades
fundamentales, de los derechos humanos, de la protección del medio ambiente y
del desarrollo sustentable, así como su compromiso con la consolidación de la
democracia, la seguridad jurídica, el combate a la pobreza y el desarrollo económico
y social con equidad.
Objetivos:
Conforme el artículo 1º del Tratado
de Asunción, acto constitutivo del bloque, el MERCOSUR implica:
“1) La libre circulación de
bienes, servicios y factores productivos entre los países, a través, entre
otros, de la eliminación de los derechos aduaneros y restricciones no
arancelarias a la circulación de mercaderías y de cualquier otra medida
equivalente; 2) El establecimiento de un arancel externo común y la adopción de
una política comercial común con relación a terceros Estados o agrupaciones de
Estados y la coordinación de posiciones en foros económico comerciales
regionales e internacionales; 3) La coordinación de políticas macroeconómicas y
sectoriales entre los Estados Partes: de comercio exterior, agrícola, industrial,
fiscal, monetaria, cambiaria y de capitales, de servicios, aduanera, de
transportes y comunicaciones y otras que se acuerden, a fin de asegurar
condiciones adecuadas de competencia entre los Estados Partes; 4) El compromiso
de los Estados Partes de armonizar sus legislaciones en las áreas pertinentes,
para lograr el fortalecimiento del proceso de integración”.
3 La Asociación, fundada en Montevideo en 1943, similar
a otras asociaciones continentales de empresarios y dirigentes de empresas,
define así sus “Principios y valores: Basada en principios de honestidad y
ética de todos sus integrantes. Apolítica, sin fines gremiales ni ideas
religiosas o filosóficas. Positiva, unificadora, no excluyente. Respeto,
calidad humana, pertenencia e igualdad de oportunidades para sus integrantes,
comprometidos con su Visión y Misión”. (http://www.adm.com.uy/institucional/mision/)
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