Vistas de página en total

lunes, 30 de junio de 2014

Id y haced, amén



Ahora, mientras transcurre otro campeonato mundial de fútbol (2014), con ironía, estuve tentado de agregar al título, en paréntesis y con signos de admiración, “y atrapen al ladrón…”. Dos entradas antes que ésta se transcribe un correo electrónico despachado a un amigo y compañero del que hace mucho no tengo noticias, y al cual recordé cuando leí la sentencia de Bergoglio sobre las banderas “robadas”. La nota que se reproduce la publiqué originalmente en diciembre de 2004 en el portal de noticias Argenpress, de donde la tomó Indymedia, sitio del que acabo de copiarla porque de mis archivos se había perdido (http://argentina.indymedia.org/news/2004/12/242637.php). Motivó aquella publicación el atropello confesional contra una exposición pública en la Ciudad de Buenos Aires de obras del hoy ya fallecido artista plástico León Ferrari.





Despacho de la Agencia de Información Católica Argentina (AICA)



En el trajinar del anochecer, del final de este último viernes [de diciembre de 2004], la pantalla del monitor me hizo recordar una transfiguración que se me ocurrió hace ya algo más que un cuarto de siglo atrás en un vagón de tren suburbano y bonaerense, atestado de transpiraciones, ausencias, silencios y de miradas concentradas en los diarios vespertinos de entonces, en lecturas algunas más dificultosas que otras, cuando entonces quise un instante imaginar que no eran las amañadas crónicas del Mundial 78 las que se descifraban. Quise imaginar que los lectores, las palabras, las fotos y los testimonios incontrastables desnudaban el terror, y el dolor, desnudaban errores y hallaban certezas.


Claro que ahora ni por un instante podía pretender tal transfiguración como hace algo más que un cuarto de siglo atrás cuando traqueteaba el vagón de tren suburbano atestado de silencios. Eran otros los agonistas, transpiradas y transpirados que aun entristecidos deletreaban los burdos textos cotidianos laudatorios de un triunfo ajeno.


Este último viernes el despacho de AICA, la Agencia de Información Católica, fundada por el necesariamente memorable Antonio Plaza1, apareció en las pantallas con dichos de Bergoglio, de Casaretto, de Castagna, del Consejo Nacional de la Acción Católica Argentina, de la Corporación de Abogados Católicos, del Consorcio de Médicos Católicos, del Centro Islámico y de la Mesa Ampliada del Diálogo Argentino; NO apareció hace algo más de un cuarto de siglo desnudando el terror y el dolor del genocidio y exigiendo que se fueran Martínez de Hoz, Videla, Massera... NO apareció desnudando el reiterado genocidio y destrucción de vidas, quehaceres, haciendas, artes, labores y amores.


El despacho de AICA, la Agencia de Información fundada por Antonio Plaza inexpiablemente dice así: «Buenos Aires, DIC 3 (AICA): El arzobispo de Buenos Aires, cardenal Jorge Bergoglio, recibió hoy un sinnúmero de adhesiones a su carta pastoral en la que se calificaba como “blasfema” la muestra retrospectiva que el artista plástico Léon Ferrari exhibe en el Centro Cultural Recoleta. Entre otras –dice AICA–, las del obispo de San Isidro, monseñor Jorge Casaretto; el arzobispo de Corrientes, monseñor Domingo Castagna; el Consejo Nacional de la Acción Católica Argentina; el Consejo Arquidiocesano de Buenos Aires de la ACA; la Corporación de Abogados Católicos; el Consorcio de Médicos Católicos; el Centro Islámico de la República Argentina; y la Mesa Ampliada del Diálogo Argentino». (http://www.aica.org)


Simultáneamente –reflejó luego la crónica periodística– una patota se infiltró el mismo viernes entre los asistentes a la muestra retrospectiva de Ferrari y, a los gritos de «Viva cristo rey, carajo», la emprendió contra una decena de obras del artista y evangélicamente amenazó a todos los presentes. La acción, es evidente, vino a materializar las declaraciones, rogativas y rezos que perturbaron la exposición todos estos días.


Como siempre “sus señores” instigando atentados contra la humanidad. No tienen perdón. Y lo hacen con el dinero de nuestros impuestos...
 

Nota:

1 Arzobispo de La Plata desde 1956. A partir de entonces tuvo influencia en el ámbito educativo de algunos gobiernos provinciales. Se lo vinculó con el Banco Popular de La Plata, liquidado por el Banco Central en 1964. Desde el 11 de noviembre de 1976 hasta el 30 de diciembre de 1983 fue capellán general de la Policía de la Provincia de Buenos Aires. De la más genocida policía del genocidio, junto a las de Tucumán y de Córdoba. Tuvo jerarquía de Comisario General. Le dio el cargo el entonces Jefe de Policía Ramón Camps, nombre que acecha el alma. El arzobispo y el hombre que acecha el alma se hicieron amigos y Plaza se ufana de ello. De su amistad con el asesino (Cristina Castello, en “La memoria necesaria, nunca más”, Periodismo sin máscara. Ver en http://www.paginadigital.com.ar/articulos/2002rest/2002terc/entrevistas/cast10-3.html).


“La Minustah tiene que irse. De esto no hay duda: tiene que irse.” Afirma Suzy Castor, integrante del consejo directivo de Clacso y la mayor intelectual haitiana. Entrevista de Clacso TV y del periodista Martín Granowsky, de Página/12





Con el título “En una nación no puede haber una categoría de ciudadanos integrada por no ciudadanos” y la firma del periodista Martín Granowsky, el diario de Buenos Aires Página/12 publicó este lunes 30 de junio la siguiente entrevista a Suzy Castor.

La historiadora Suzy Castor dice que la misión de las Naciones Unidas en Haití ya debería irse. Niega que Haití sea un país violento. Cuenta qué falta en la nación más pobre del Caribe. Explica su interpretación histórica, con fuerte impronta de la intervención de los Estados Unidos iniciada en 1915 y de las prolongadas dictaduras de los Duvalier, que define como “retrógradas” y “arcaicas”.

Por Martín Granovsky

Suzy Castor recibió a Página/12 y a Clacso TV de paso por Buenos Aires. En una entrevista que puede verse haciendo click en http://bit.ly/1q6LqnJ, la historiadora accedió a explicar en perspectiva las principales claves de su país. En un castellano impecable, en parte por su formación y en parte por su exilio de veintiséis años en México, Castor contó por qué se niega a pensar que Haití es un país condenado y por qué prefiere analizar los hechos más importantes del pasado.

–¿Las dictaduras haitianas de los Duvalier, de François y de Jean-Claude, tuvieron alguna característica distinta a otras dictaduras de América latina?

–Sí. Por un lado, fue significativa esta dictadura en Haití por su carácter más tempranero en comparación con las otras dictaduras, porque François Duvalier subió en 1957, mientras que en Brasil la dictadura comenzó en 1964 y en otros países de América del Sur han sido un poco más tardías. Por otro lado, la dictadura de Duvalier se enmarca en el grupo de gobiernos autoritarios frutos de la ocupación norteamericana, como el de Rafael Leónidas Trujillo, en República Dominicana o el de Alfredo Stroessner, en Paraguay.

–También fue un comienzo más precoz el de Stroessner, en 1954.

–Lo mismo que en Nicaragua. Duvalier tiene este carácter por el momento en el que surge. Pero la dictadura de Duvalier también fue, en comparación con otros gobiernos similares, una dictadura muy retrógrada y arcaica, y ése fue el sello que tuvo mientras gobernó Haití. Al mismo tiempo compartió algunas características con otros gobiernos dictatoriales de la región, por ejemplo, la represión o el sistema de dominación.

–El terror.

–El terror. Pero a la vez también estas dictaduras tenían proyectos que aplicaron, mientras que el proyecto de Duvalier era perpetuarse. Las consecuencias de este plan se van a sentir durante la dictadura y, obviamente, después.

–¿En qué sentido fue retrógrada o arcaica la dictadura de Duvalier?

–Si comparamos el régimen de Duvalier con, por ejemplo, la dictadura de Trujillo, podemos afirmar que ambos fueron fuertemente represivos. Pero Trujillo invirtió en infraestructura, aumentó la producción de bienes, desarrolló la economía. Al servicio de la dictadura, pero la desarrolló. En cambio en el caso de Duvalier no existió ningún plan de desarrollo, ni siquiera en función del régimen, aunque sí llevó al extremo todo un sistema de control represivo de la población. Este es el sentido en el que digo que el duvalierismo fue retrógrado. Por eso, a la caída de la dictadura Haití se encuentra completamente desfasado en lo que hace a desarrollo productivo respecto de muchos países de América latina.

–¿No había ni siquiera un plan en favor de una elite?

–No hablaría de una elite, sino de un clan.

–Un clan es algo más pequeño que una elite.

–Sí. Exactamente. Uno de los aspectos centrales del duvalierismo es que aplicó a la elite haitiana tradicional los mismos métodos de control que aplicaba a la población en general. Así amplió el sistema de dominación, en tanto se beneficiaba de ese control únicamente un clan, el clan duvalierista. Por eso no hablaría de elite.

–¿Con qué apoyos internacionales contó en ese momento?

–Con el apoyo de Estados Unidos esencialmente. Sin ese apoyo no hubiera podido mantenerse. Son veintiéis años de dictadura hereditaria y no lo encontramos con ese rasgo en ningún otro país de América latina. No hay dictadura que pueda mantenerse exclusivamente con el uso de la fuerza si no cuenta con cierto apoyo internacional. El apoyo de los norteamericanos fue fuerte para Duvalier. Pero no fue el único.

–¿Francia?

–Francia también. Hubo momentos de relaciones más tensas pero en general se puede decir que esta dictadura contó con apoyo internacional. Muchas veces ese apoyo les resultó incómodo, pero lo sostenían.

–Se acomodaban, ¿no es cierto? Usted escribió que una clave fue la ocupación norteamericana de 1915.

–Sí. Sin tomar en cuenta la ocupación norteamericana es imposible entender lo que pasa en Haití hoy en día. ¿Por qué? Porque Haití adquirió su independencia en condiciones muy singulares respecto del resto de América latina. Fue una hazaña impensable en la época, una revolución, una verdadera revolución como ninguna otra lucha de independencia. En 1804 declaramos nuestra independencia y las potencias extranjeras siempre castigan a los pueblos que van en contra de los caminos que ellas mismas trazan. En 1826 tuvimos el honor de alcanzar la primera deuda externa de América latina. Se contrajo una deuda con Francia para poder romper un poco el cerco que se había impuesto a Haití para estrangularlo. Esa suma representaba el presupuesto de Francia por cinco años. Fue una deuda grande, pero pese a ello en el siglo XIX el país se constituyó. Caminó con problemas pero también con logros. Pudo resistir, pudo avanzar. Después de la Revolución Industrial, Haití, como muchos otros países de América latina, entra en la crisis del sistema poscolonial ya que necesitaba una profunda modernización de sus estructuras productivas. Pero no pudo hacerlo y fue determinante para la historia haitiana. La solución le fue impuesta y esa solución fue la ocupación norteamericana desde 1915 hasta 1934. Durante este tiempo, la modernización buscada por la sociedad haitiana se hizo según los norteamericanos. La economía no fue modernizada. No hubo desarrollo del modelo de plantación como en Dominicana o en Cuba, sino que se exportó mano de obra a los países con modelo de plantación. La ocupación no modernizó las estructuras económicas, pero sí modernizó las estructuras políticas: democracia representativa, elecciones, cámaras de representantes. Este modelo, que tenía como garante al ejército, funcionó muy bien desde 1934 hasta los años cincuenta. Con el profundo desfasaje económico, en los cincuenta vuelve la crisis. Y para poder resolver una crisis postergada, la solución fue dictatorial. Duvalier nació del sistema de ocupación, pero rompió el sistema de democracia representativa. La dictadura se extendió por muchísimo tiempo. Hay un autor que dice que fue la dictadura la que formalizó la crisis...

–La cristalizó.

–Exactamente. Y en 1986, con la caída de la dictadura, se abre una nueva crisis, en este caso posdictatorial. Se apoya sobre crisis no resueltas. Esto explica en gran medida, pero no totalmente, las vicisitudes del período posdictatorial que estamos viviendo desde 1986.

–¿Se puede hablar de un castigo a los haitianos, o “castigo” suena ahistórico y apocalíptico?

–Cuando hablamos de “castigo” quedamos a un paso de decir “pueblo maldito”, pero también “pueblo ingobernable”. Es un proceso histórico que se explica muy bien en su evolución. Nuestros pueblos se han enfrentado históricamente a dificultades, y siguen enfrentándose a ellas, cada vez que buscan un camino que no es el camino que les han trazado. Ayer fue el apoyo a las dictaduras. Hoy son imposiciones que se ven o que no se ven, pero que están. Se conforma así un sustrato que hace más difícil el camino. La situación haitiana es muy, muy difícil, pero el haitiano es un pueblo que sigue y que seguirá luchando, aun confrontando en el marco de grandes miserias, de profundas desigualdades, casi de apartheid, como sostienen algunos autores. Aun así, existe esta búsqueda de un camino.

–Noventa y nueve años después de la ocupación norteamericana. ¿Cuáles son los desafíos de Haití ahora, los actuales?

–El siglo XX tuvo tres etapas de duración larga para nosotros: la ocupación norteamericana, de 1915 hasta 1934; el reino de los Duvalier de 1957 a 1986, y la transición que cierra el siglo y los comienzos del siglo XXI. Así que fueron tres grandes momentos de esta historia que nos llevan hoy a los grandes desafíos. Por ejemplo, la demanda de ciudadanía para todos. Es una demanda que atraviesa a la nación haitiana.

–¿Qué sería la ciudadanía para todos en Haití? ¿Cómo se traduciría en la práctica?

–Durante los años noventa, cuando se desarrolló un gran movimiento popular, una de las principales consignas sociales fue esta: “Todo hombre es hombre”. Por ley existen los mismos derechos para todos, pero cuando uno piensa en el hambre que hay, en el desempleo que hay, en la falta de escuelas, en la falta de servicios de salud, y de otros servicios básicos, elementales, en las condiciones de vivienda en que vive la mayoría, es legítimo afirmar que no todos los haitianos son verdaderos ciudadanos.

–Ciudadanía son derechos.

–Que todos tengan efectivamente derecho de vivir, derecho de desarrollarse, derecho de trabajar, de nutrirse, de tener salud. Son demandas que pueden sonar demagógicas. No lo son. Si vas a Haití verás que algo te golpea. Es el hecho de que hay unos que no tienen condiciones mínimas. Viven en condiciones infrahumanas. En una nación no puede haber una categoría de ciudadanos integrada por no ciudadanos. Otra demanda que atraviesa la nación es que el país pueda subvenir a sus necesidades. Hoy día Haití produce muy poco. Las líneas de producción que teníamos incluso durante el siglo XIX y XX se están reduciendo. Y Haití es un país que –hay que recordarlo– tiene 68 % ciento de su presupuesto nacional constituido por subvenciones exteriores. Así que un país no puede seguir así. Tiene que producir. Un país que no produce es un país que no es un país. Que no puede subvenir a sus necesidades. Haití, además, debe ser un país soberano. Efectivamente hoy en día, después de más de doscientos años de independencia, debemos ser soberanos y no lo somos. Estamos bajo una tutela. Una tutela de hecho con la presencia de militares y de funcionarios internacionales que tienen no tanto su presencia, sino injerencia en las decisiones que atañen al país. Por consiguiente muchas de las decisiones que se toman en Haití muchas veces se toman en el exterior. Podemos hablar por ejemplo del hecho de las últimas elecciones, las de 2010. Así que es una demanda de toda la población que el país sea soberano y pueda permitir que sus hijos se desarrollen desde todo punto de vista. Que sea una nación integral. Yo creo que esas cosas son los grandes desafíos que tenemos más allá de la política cotidiana, de los pleitos y de las reivindicaciones inmediatas. Es la búsqueda de un país del siglo XXI.

–¿Debería terminar la misión militar y de seguridad de la ONU?

–Debió haber terminado. La Minustah, la Misión de Estabilización de las Naciones Unidas en Haití, tiene ya diez años, cumplidos desde 2004. Y efectivamente unos pensaban que la Minustah estaría dos años. Otros imaginaban una estancia mucho más prolongada. Actualmente la Minustah es rechazada por una gran parte de la población. Uno en cierto modo no entiende qué está haciendo. Y además está la soberanía del país. Es un país ocupado, sea cual sea el signo de la tutela, ¿no? Aunque cualquier ocupación tiene su signo. La de 1915 lo tuvo. Hoy el signo no es el mismo.

–¿La actual fue, al menos en un principio, una ocupación paternalista?

–Exactamente.

–¿Y sigue siéndolo hoy?

–No. A partir del momento en que se ha prolongado, los puntos de fricción se multiplicaron. Por eso digo que hay un rechazo cada vez mayor a la Minustah, que ya ha empezado a disminuir sus tropas. La Minustah tiene que salirse ya, más temprano que tarde. Hay una cosa que hace pensar en un propósito de una estancia mucho más larga por parte de la Minustah: la construcción de la policía nacional. Como sabe, en Haití no tenemos ejército. Fue un paso muy grande haberlo disuelto en 1994. Tenía las características de una fuerza de ocupación en un país ocupado. Hizo muchos desmanes. Había una policía que podría haber sido algo muy nuevo en Haití, para garantizar la seguridad pública y el orden público. Pero la Minustah, que tenía todos los medios para poder alentar eso, no lo hizo. Hoy día no tenemos una policía digna de este nombre. Y, hay que decirlo, tampoco los gobernantes haitianos se preocupan mucho. La Minustah constituye para ellos un respaldo. Pero es una demanda que se hace sentir constantemente. Actualmente, por la falta de policía asistimos a ideas sobre un retorno al ejército. El gobierno actual es un partidario de este ejército tal como lo conocíamos, lo que para mí sería un regreso al pasado. Así que aquí hay un nudo a desatar. Un problema. Por una parte, la Minustah tiene que irse. De esto no hay duda: tiene que irse. Por otra parte, y al mismo tiempo, nosotros tenemos que fortalecer la policía para que pueda asegurar el orden y que no regresemos a la constitución de un ejército que sería catastrófico para el país.

–Lula escribió en The New York Times que habría que llamar a una conferencia especial de la ONU sobre Haití y consolidar la transición entre la presencia militar y una ayuda masiva para el desarrollo del pueblo haitiano.

–Sí. Lo que planteó Lula efectivamente es lo que ya en 2004 se había planteado, porque efectivamente cuando uno mira el caso de Haití ve que no se trata de un país en guerra como muchos otros, adonde van los cuerpos de paz. Así que era un caso especial, con un país muy desbaratado y sometido a una gran tensión, pero sin guerra civil. La presencia nueva de los latinoamericanos –un fenómeno nuevo– hacía pensar justamente en la posibilidad de una cooperación solidaria. Y sí, claro, sería mejor una cooperación solidaria que las tropas de ocupación.

–¿Haití es un país violento?

–Haití es un país muy pacífico. Yo diría que demasiado si uno piensa en una nación de diez u once millones de habitantes para los cuales hay nada más que ocho mil policías. Actualmente están las fuerzas de la Minustah, tal como hablamos, pero hay regiones sin policía, como en sitios rurales. En esta situación, un país fácilmente sería un caos. Sin embargo Haití funciona. O sea que no hay desbordes. De hecho no vivimos en un país violento, aun con los estereotipos que hay afuera. Luego está la miseria. Una gran miseria para muchos, con una gran distancia de los pocos que tienen riqueza. Es normal que exista un cierto nivel de delito. Pero si nos referimos a la violencia, hay dos tipos de violencia en Haití. Una es la violencia de los mafiosos ligados a la droga porque, como sabe, Haití es un terreno de paso de la droga hacia Estados Unidos, y bastante fuerte. La otra es la tentación de la violencia política tal como se ha manifestado en el pasado. Hablo del pasado reciente. Durante esta transición hay violencia y los gobernantes siempre la han usado. El gobierno actual introdujo un matiz: el uso del sistema judicial para la violencia. Pero hay que subrayar que durante toda la transición, pese a la violencia empleada por el poder, jamás la oposición planteó la violencia como respuesta. A mí se me hace que es algo que hay que tener en cuenta.

¿Has oído o leído lo dicho por don Bergoglio?*



Caramba, cuánto tiempo ha pasado sin noticias vuestras... y nuestras en vosotros.
¡Salud connombre Csio!

¿Dónde estáis afincados al fin, o no, en mero tránsito quizá? ¿En la USA, en la ARG, en la URU? Supimos de algo así como un afincamiento tentativo en Miramar, creemos que en Miramar, costa atlántica bonaerense, a un regreso de USA. ¿Allí quedaron?

Esta mañana me asaltó la inquietud tras recordaros caminando luego de un mediodía por una ramblita oestepiriapolense hacia Playa Verde, y escuchar por la radio la acusación de habernos robado banderas.

Hemos verificado que al parecer donde estáis, si es en ARG y a tu nombre, no usáis teléfono al menos de línea, con cable. Sí vimos que Alcirita, vuestra sobrina, viviría en la calle Felipe Vallese, de la Ciudad Autónoma. Y que una señora Leyla tendría ese aparato instalado en un domicilio de la calle Ministra Prosdóc, en Colonia Caroya, quizá ella esposa de Armando, o de Armandito, su hijo.

Vuestra vidas ¿cómo van? Las nuestras van, sin apuros por ahora, con algunas lesiones óseas Beticita en una rodilla que la tienen cojeando y bastoneando. Está haciendo un tratamiento que paliará el daño del paso del tiempo. A mí me atacó un bajón de hematíes que se descubrió cuando por rutina nomás un bioquímico se puso a contarlos, al parecer nada muy anómalo en su génesis ya que con unas pastillas que reaccionan muy bien acercadas a cualquier imán la cosa parece haber cambiado; dentro de una semana el hombre del guardapolvo y una lupa en un caño se dispondrá nuevamente a contarme esos animalitos de dios. Ahora mismo pienso que quizá me confunda... ¿es lo mismo un hematíe que un coatí?

Las declaraciones de ayer o anteayer de don Bergoglio en Roma me han preocupado. ¿Fuiste vos o nosotros allá cuando me afiliaste a la Federación Juvenil los autores del robo de las banderas de defensa de los pobres que dice les quitamos a ellos, los cristianos? Estoy a un tris de responderle que no sé de nadie de nuestra colectividad, ni siquiera de alguno de nuestros abuelos o bisabuelos de la Liga, que haya robado tales banderas, y que lo que ocurrió, según mi entender, es que ellos, herederos de aquel que dicen su maestro, primero las guardaron muy bien para que no se conocieran y luego las abandonaron. Cuando uno alza lo que encuentra abandonado no comete robo... ¡de ninguna manera!

Mira, Csio, ya me cansan muy rápido las mentiras.

Un gran abrazo para ti y otro para tu compañera. Y bien... dos abrazos para ti, que nos conocemos de muy jóvenes.


*Correo electrónico enviado hoy a un amigo y compañero de juventud.

domingo, 29 de junio de 2014

“El fallo contra Boudou toca a la Casa Rosada”, tituló en primera plana el diario Clarín



El título que reproducimos desapareció luego del mediodía del domingo en la edición digital del diario, reemplazado por: “El fallo que procesó al vice (sic) compromete a la Casa Rosada”, la nota es la misma y la firma Nicolás Wiñazki hijo del “reconocido filósofo y periodista”1 Miguel Wiñazki, quienes juntos pergeñaron el libro La Dueña (2013, Editorial Margen Izquierdo).

¿Qué persiguen los Wiñazki, con Lanata, con Majul?

La contratapa del libro dice que se trata de un relato “no ficción” sobre «la historia secreta de cómo una niña con un padre ausente se transformó en la Presidenta más rica, más poderosa y más confrontativa (sic) de la Argentina. Pero es, también, una investigación reveladora que muestra con qué armas Cristina Fernández intentó trascender a su compañero, con el objeto de mantenerse en el poder y evitar el ocaso político o la futura visita a los tribunales. En La Dueña, el Wiñazki joven investiga, denuncia e interpela y el Wiñazki experimentado observa, reflexiona, desnuda a la mujer más allá del luto. La Dueña es una de las denuncias más completas sobre los escándalos que salpican a Ella y a un grupo de empresarios y funcionarios que la rodean. La Dueña explica, con lujo de detalles, la resurrección política y personal de Cristina, desde la madrugada en que Néstor Kirchner murió hasta el momento en que decidió ir “por todo” sin límites ni controles».

Al texto citado (que tiene errores gruesos) lo tomamos del sitio en internet de Librería Santa Fe2, Ciudad de  Buenos Aires, en el que se informa que quienes han comprado el libro de los Wiñazki también lo han hecho con 10K. La década robada de Jorge Lanata (Editorial Planeta), El jesuita. La historia de Francisco, el Papa argentino de Sergio Rubín y Francesca Ambrogetti (Editorial Vergara), Periodistas en el barro de Edi Zunino (Editorial Sudamericana)3 y  Las montañas hablaron de Khaled Hosseini4, un médico de nacionalidad afgano-estadounidense y escritor en lengua inglesa de novelas de enorme éxito comercial, como Cometas en el cielo (2003) y Mil soles espléndidos (2007). Sin ánimo de darle más valor estadístico del que tiene como promotor de ventas, el dato es significativo del “consumo cultural” de las clases medias.

La dueña sucedió tras tres años a su casi homólogo El dueño (2009, Planeta), éste de Luis Majul (dueño a su vez de la editora de La dueña, Margen Izquierdo), “historia secreta de Néstor Kirchner” cuyo texto de contratapa parece haber sido la matriz con la que se compuso la presentación de la historia de la niña del padre ausente: «El Dueño es la historia secreta de cómo un adolescente acomplejado y humillado se transformó en el presidente más rico, poderoso y vengativo de la Argentina. Es, también, una investigación reveladora de su brutal estrategia para formar parte del poder permanente y evitar el ocaso o la prisión». ¡El ingenio asombra!

Los Wiñazki, el padre Miguel y su hijo Nicolás, se desempeñan en la multimedia “Clarín”. Miguel como jefe en el diario homónimo y Nicolás también allí y en emisoras de TV y radio de la misma gran empresa, como colaborador de Jorge Lanata. Miguel, el padre, además de ser docente en la privada Universidad de Belgrano, es director de un posgrado (maestría en periodismo) que patrocina su empleador y dictan conjuntamente en Buenos Aires las universidades también privadas de San Andrés (San Fernando, Buenos Aires) y la de Columbia (Nueva York). La primera de las nombradas, en su sitio en internet, presenta a Miguel Wiñazki como «profesor y licenciado en Filosofía de la Universidad de Morón, de Argentina [también privada y vinculada con la Iglesia Católica], y [agrega que] realizó un posgrado en Ciencia Política en la Universidad de Salamanca, España [la misma que recientemente doctoró honoris causa al oncólogo uruguayo Tabaré Vázquez], [y] es secretario de redacción y jefe de Capacitación Periodística de (sic) diario Clarín».

Nicolás Wiñazki, su hijo, tiene formación en Letras dada por la Universidad del Salvador, también católica y privada, y en 2008 publicó en formato libro una extensa entrevista al periodista, historiador y escritor Osvaldo Bayer (autor de los ensayos históricos Severino Di Giovanni, el idealista de la violencia; La Patagonia rebelde; Los anarquistas expropiadores y otros ensayos; Fútbol argentino; y entre otros trabajos los editados por Página/12 con el título de Obras Completas). Su entrevistado le contó a Nicolás una anécdota: el padre de Bayer tuvo una mala experiencia con un abuelo de Néstor Kirchner, a quien le prestó diez mil pesos que nunca recuperó, y que luego en investigaciones de crónicas patagónicas descubrió que aquel Kirchner explotaba un prostíbulo. Bayer con este asunto como eje relató entonces que en una ocasión, hace unos cuantos años, se encontró casualmente con Cristina Fernández, quien lo encaró así:

¿Vos sos Osvaldo Bayer? Vos tenés una tara mental, un complejo, siempre hablás mal del abuelo de mi marido“.
Yo me enojé: “Y bueno, si el abuelo de tu marido era un atorrante”. Ella me contestó: “No, no era un atorrante, era un pícaro”. Lo dijo con una sonrisa, para ablandar la situación. Me reí también, pero no quise dejarle la última palabra: “Para reivindicarlo tienen que devolverme el préstamo que le hizo mi padre. Al día de hoy, con intereses y todo, ha de ser una fortuna”. Tiempo después, cuando Kirchner hizo proyectar la película [La Patagonia rebelde] en el Salón Blanco, él mismo se me acercó y me dijo al oído, riéndose: “No era mi abuelo, era el hermano de mi abuelo”. Yo lo miré como diciendo: “No te hagas el vivo, que yo hice una investigación”
.5  

Como Nicolás al transcribir sus conversaciones con Bayer no percibió el error de sintaxis del final del párrafo, al que explicamos en la nota cinco, tampoco probablemente pueda, y quiera, ahora percibir la diferencia entre las observaciones críticas y el humor de Bayer y su propia capacidad para lo mismo. Una cosa son las reflexiones del inveterado escupidor de la estatua ecuestre del genocida de pueblos originarios Julio Argentino Roca, y otras las especulaciones por lo menos de dudosa intención en torno a los dichos y el hacer de un juez como Ariel Lijo, quien mientras con diligencia procede contra el vicepresidente Boudou (y “toca” la Casa Rosada) cuida el prolongado sueño hacia el olvido de la investigación que involucra a Eduardo Duhalde y Felipe Solá (entonces respectivamente uno Presidente provisional del país y el otro Gobernador bonaerense) por los asesinatos6 en junio de 2002 de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki, en Avellaneda, o habilita el funcionamiento en la Ciudad de Buenos Aires de un muy poco camuflado partido nazi promovido por el veterano en esas lides Alejandro Biondini7.

Facilita la visión objetiva

Cuando Bayer contó la anécdota del encuentro con la Cristina Fernández que calificaba sólo como “pícaro” al proxeneta patagónico que se quedó con los diez mil pesos de su padre, y luego el mismo don Osvaldo dio vueltas a la Plaza de las Madres con Hebe de Bonafini, se cruzó hasta la diagonal sur a escupir la estatua de Roca o concurrió invitado por Néstor Kirchner a la primera proyección en la Casa de Gobierno del filme La Patagonia, siempre lo hizo como no-peronista. Y en ello hay una virtud: facilita la visión objetiva.

El peronismo es, efectivamente, una comunidad política con numerosísimas fracciones y facciones. Es un fenómeno complejo, casi una identidad histórica y cultural. Juan Perón mismo bromeaba con eso, decía que cuando un periodista le preguntó en España como se componía el espectro político argentino él había respondido que había tanto por ciento de conservadores, de cívicos radicales, de socialistas varios y de comunistas…, y que cuando el periodista preguntó por los peronistas, a los que Perón no había nombrado, le replico: “¡Ah! Peronistas somos todos”. La “picardía” de Cristina Fernández calificando como sólo algo pícaro al abuelo o tío-abuelo de su marido es una manifestación de la profunda variedad y versatilidad ideológica que anima a esta identidad. ¿Los Wiñazki, como Bergoglio, también son peronistas?

Evitar el mal mayor

Lo importante ahora y en política para nosotros –la desalineada izquierda continental no necesariamente peronista–, es evitar el mal mayor, así de sencillo. No Lijo, no Clarín, no Carrió ni Massa o Macri, no La Nación y sus diarios repetidores ni la Sociedad Rural, no Griesa y no más changüí8 a los grandes pícaros del capitalismo ni a sus aparentemente serios promotores. (¿Quiénes ganaron con los últimos negocios de la desaparecida empresa de aviación uruguaya Pluna y sus avioncitos Bombardier comprados a veintinueve millones de dólares cada uno y ahora vendidos a once millones?, ¿quizá aquellos que diligenciaron la compra en Canadá, “porteños” de Buenos Aires y amigos de los “porteños” de Montevideo?)9                     

Los fallidos títulos de Clarín

Fuera primero el título “El fallo contra Boudou toca a la Casa Rosada” y luego “El fallo que procesó al vice compromete a la Casa Rosada”, más políticamente correcto el último –con menos “toqueteo” explícito– haber escrito “el fallo” es tendencioso y sugiere una sentencia como también, por otro lado, abre la posibilidad de una retractación: el verbo fallar tanto nombra la acción de decidir, determinar un litigio, proceso o concurso, como también no acertar o equivocarse. Sin duda que hay periodistas “pícaros”.


Notas:
1 «Una mañana muy interesante se vivió en el aula 306 del edificio San Alberto Magno de la UCA. Nicolás Wiñazki, reconocido periodista, brindo una charla larga y tendida a los alumnos de periodismo. Entre preguntas y risas se desenvolvió esta interesante entrevista. La charla empezó puntual. El invitado, Nicolás Wiñazki. Periodista del diario Clarín, hijo del reconocido filósofo y periodista Miguel Wiñazki.» La entrevista con estudiantes de la Universidad Católica Argentina fue realizada al parecer por el anónimo titular del blog http://periodismo100.blogspot.com.ar/p/entrevista-nicolas-winazki.html
3 La presentación en contratapa de este libro dice: «Las batallas del kirchnerismo para imponer su proyecto político durante la última década se libraron, sobre todo, desde los medios de comunicación y contra ellos. Y los periodistas fueron arrastrados a un inquietante protagonismo, tras el cual pusieron en juego sus convicciones, egos, desenfrenos, grandezas y miserias. Haciendo eje en las peleas, trampas, mutaciones, locuras y divorcios reales o virtuales que definieron la actuación pública y privada de los comunicadores más reconocidos de la Argentina, Periodistas en el barro es un relato de época donde se cruza el rigor de la investigación periodística con la profundidad del ensayo político y la lógica impúdica del reality show. La trastienda de la venta del grupo Hadad, las intrigas de Verbitsky, la trituradora de Gvirtz, el divorcio Bonelli-Sylvestre, las peleas de Majul, el ostracismo de Tinelli, la metamorfosis de Víctor Hugo, el desenfreno de Rial y la resurrección de Lanata revelan detalles insospechados de una época marcada por las tensiones discursivas, las acusaciones contrapuestas y los odios desproporcionados».
A propósito de la transcripción hecha vale corregir a Nicolás Wiñazki (o quizá a “Taringa”), que la puntuación y las comillas son incorrectas en «Yo lo miré como diciendo: “No te hagas el vivo, que yo hice una investigación”», ya que como no lo expresó oralmente ni de otra forma inteligible se debería haber escrito: «Yo lo miré como diciendo no te hagas el vivo, que yo hice una investigación».
8 En Argentina y Uruguay, ventaja u oportunidad, en especial las que se dan en el juego.

viernes, 27 de junio de 2014

Con Suárez y Maradona, una columna de opinión de Mauricio Bruno, en La Diaria, de Montevideo





Con el título “Moñas proletarias”, el periódico La Diaria, de Montevideo, Uruguay, “lejos el mejor medio diario uruguayo”, como afirmé y sigo afirmando, publicó este viernes 27 de junio una impecable columna de opinión, no solamente futbolera, cuyo autor es Mauricio Bruno, el oriental piriapolense de la fotografía. ¡Un gran abrazo para él! Aquí está:



Moñas proletarias



Con el tiempo salí del clóset y admití abiertamente que amaba a Maradona. Era el mejor, el único, era todo lo que los demás no, la razón por la cual no podía empatizar con los ídolos uruguayos, los Bengoechea o los Francescoli, que en la comparación descarnada perdían sin remedio y que ya no podía dejar de ver como tristes, viejos y baratos manuales de moralidad pequeñoburguesa.



El Diego, en el acierto o en el error –la mayoría de las veces en el error–, desbordaba verdad. Podía mandarse 200.000 cagadas, como salir en un programa de televisión pasado de merca y tirarle a Pelé una de las más famosas frases homofóbicas de la historia de los medios de comunicación, o embarazar a una tana y declarar que el hijo era un bastardo y que él nunca se iba a hacer cargo, o abrazarse un día con Menem y al otro con Fidel, y 199.997 etcéteras. Pero siempre me recordaba que, bajo todas las fórmulas sociales, los rituales convencionales del correcto vivir, las costumbres santificadas por ese medidor de moralidad que es el periodismo deportivo, había algo en el ser humano, no sé bien qué, que podía ser verdadero.



Para cierto sentido común uruguayo, Maradona representaba y representa todo aquello que decimos no ser: soberbios, tramposos, conventilleros e intolerantes. Somos humildes, correctos, discretos y tolerantes. Respetamos las reglas y solucionamos nuestras diferencias por medio del diálogo y la negociación, no del insulto o la agresión, como los argentinos, como Maradona. Todo eso se podía creer -y se puede seguir creyendo, mal o bien esa imagen aún tiene muchísimos defensores- hasta que apareció Luis Suárez.



Con Suárez, por fin, podemos ponernos del otro lado. Con Suárez, la parte animal del hombre desbordando los mecanismos disciplinarios de la sociedad occidental y cristiana empieza a ser más comprensible para nosotros, tan correctos. Porque está con nosotros, podemos aprender que romper las reglas es legítimo -acaso imprescindible- cuando está en juego algo más importante que el juego mismo -eso fue la mano contra Ghana-, y no el gesto artero de un delincuente, como tantos vimos el gol con la mano del Diego contra los ingleses. Con Suárez podemos juzgar la doble moral de la máquina medios-masa, que hoy pide su cabeza por una conducta cotidianamente tolerada en el mundo del fútbol -no digo morder, que ¡oh!, eso sí es una chanchada, pero sí cualquier otra que busque hacer entrar al rival, “porque el fúbol es para los vivos”-, esa máquina que celebró la expulsión de Maradona del Mundial de Estados Unidos porque se drogaba -¡qué mal ejemplo! ¡que sirva de escarmiento!-, ésa que, como antes al Diego, hoy quiere cortarle las piernas al Luis de la gente. Esa prensa que, antes de Suárez, solíamos replicar como bobos.



Hay una imagen que siempre que la veo pienso que no es real. Un niño flaquito, pobre, de pelo largo y medio negrito dice frente a la cámara que sueña, cuando sea grande, jugar un mundial y ganarlo. Como si fuese un moderno ejemplar de los Archivos del sueño obrero, ésos de los que habla Jacques Rancière, una especie de infancia de los proletarios, el video muestra a un ser humano de carne y hueso animándose a soñar con ser otra cosa que lo que la inexorable ley de la vida, las cosas tal como son, le había destinado. A diferencia de la gran mayoría de los casi anónimos obreros franceses del siglo XIX que Rancière rescata, este cabecita negra lo logró, gracias al fútbol, y algo como el poder, el statu quo, el orden normal de las cosas, o como quieran llamarlo, nunca le perdonó a Maradona la osadía.



Quisiera decir que el enemigo de Suárez es él mismo, pero no lo creo. Su enemigo es mucho menos digno, la contienda mucho menos épica. El enemigo es la realidad, una máquina que come por inercia, un mercado que no tiene hambre pero que no puede dejar de funcionar, un sistema de medios orientado por el costo-beneficio que necesita “instalar temas” para el consumo popular.



Cuando escribo esto no sé si lo han sancionado o no. Pase lo que pase, no puedo dejar de alegrarme un poquito viendo cómo se construye un puente, aunque sea invisible, con nuestros siempre detestados hermanos argentinos. Porque con Suárez, por fin, nos podemos poner en el lugar del pobre que sueña con ser otra cosa, y no en el del mediocre que desea un fracaso para no tener que ver, en la osadía del otro, el espejo de su propia cobardía.



http://ladiaria.com.uy/articulo/2014/6/monas-proletarias/
   

jueves, 26 de junio de 2014

Reforma agraria popular: una alternativa al modelo del capital, por João Pedro Stedile y Osvaldo León*



Alai-amlatina (26.6.2014)



Desde la década de 1980 nos encontramos en una nueva fase del capitalismo hegemonizada por el capital financiero y las transnacionales, que pasaron a controlar la producción de las principales mercancías y el comercio mundial, suscitando cambios estructurales en la producción agrícola.
Este control del capital financiero sobre los bienes, que circula en el mundo en proporciones cinco veces mayor a su equivalente en la producción (255 billones de dólares en moneda, para tan sólo 55 billones de dólares en bienes anuales), transformó  la naturaleza –la tierra, el agua, la energía, los minerales– en meras mercancías bajo su control.  Y es por eso que se ha producido una enorme concentración de la propiedad de la tierra, de los bienes de la naturaleza y de los alimentos.

 

En efecto, actualmente alrededor de cien empresas agroalimentarias transnacionales (como Cargill, Monsanto, Dreyfus, ADM, Syngenta, Bunge, etc.) controlan la mayor parte de la producción mundial de fertilizantes, agroquímicos, pesticidas, de las agroindustrias y el mercado de alimentos.  Porque ahora, los alimentos se venden y especulan en las bolsas de valores internacionales como cualquier materia prima (hierro, petróleo, etc.), y los grandes inversionistas financieros adquieren millones de toneladas de alimentos para especular.  Millones de toneladas de soja, maíz, trigo, arroz –hasta zafras venideras, ni siquiera sembradas, de 2018–, ya están vendidas.  O sea, esos millones de toneladas de granos que no existen, ya tienen dueño.
A este modelo de producción que el capital está implementando en todo el mundo se le conoce como “el agro negocio” (agribusiness) que, básicamente, busca organizar la producción agrícola en forma de monocultivo en escalas de extensiones cada vez mayores, con uso intensivo de máquinas agrícolas y de agrotóxicos, y la creciente utilización de semillas transgénicas.

 

De modo que esta matriz productiva del agro negocio es socialmente injusta, pues cada vez más expulsa a la mano de obra del campo; es económicamente inviable, pues depende de la importación de millones de toneladas de fertilizantes químicos; está subordinada a las grandes corporaciones que controlan las semillas, los insumos agrícolas, los precios, el mercado y que se quedan con la mayor parte de las ganancias de la producción agrícola; es no sustentable para el medio ambiente, pues practica el monocultivo y destruye toda la biodiversidad existente en la naturaleza con el uso irresponsable de agrotóxicos que destruyen la fertilidad natural de los suelos y sus micro organismos, contaminan el medio ambiente y, sobre todo, los alimentos producidos, con consecuencias gravísimas para la salud de la población.
 

En Brasil, el Instituto Nacional del Cáncer (INCA) advirtió en febrero que se pronostica para este año 546.000 nuevos casos de cáncer en el país, la mayor parte originada por alimentos contaminados con pesticidas, sobre todo cáncer de mama y de próstata, ya que estos órganos tienen las células más frágiles donde los principios activos de los venenos químicos actúan.

Soberanía alimentaria
 

Ante este modelo del agro negocio que busca la producción de dólares y commodities –y no de alimentos–, precisamos urgentemente renegociar en todo el planeta el principio de que los alimentos no pueden ser una mercancía.  La alimentación es un derecho de supervivencia, por lo que cada ser humano debe tener acceso a esta energía para reproducirse como un ser humano, de manera equitativa y sin ningún tipo de restricción.
 

En Vía Campesina hemos desarrollado el concepto de soberanía alimentaria, que es la necesidad y el derecho de que en todos los lugares del mundo cada pueblo produzca sus propios alimentos.  Es de este modo como se puede garantizar la supervivencia de la humanidad, incluso en las condiciones más difíciles. Y está demostrado biológicamente que en todo nuestro planeta se pueden producir alimentos para la reproducción humana a partir de las condiciones locales.
 

La cuestión clave es cómo garantizar la soberanía alimentaria de los pueblos. Y para eso tenemos que defender la necesidad de que todos los que cultivan la tierra y producen los alimentos, los agricultores, los campesinos, tengan el derecho a la tierra y al agua, como derecho de los seres humanos.  De ahí la necesidad de la política de repartición de los bienes de la naturaleza (tierra, agua, energía) entre todos, lo que llamamos reforma agraria.
 

Precisamos garantizar que haya soberanía nacional y popular sobre los bienes fundamentales de la naturaleza.  No podemos someterlos a las reglas de la propiedad privada y del lucro.  Los bienes de la naturaleza no son fruto del trabajo humano. Por lo mismo, el Estado, en nombre de la sociedad, debe supeditarlos a una función social, colectiva, bajo el control de la sociedad.
 

Tenemos que asegurarnos de que las semillas, las diferentes razas de animales y sus mejoras genéticas hechas por la humanidad, a lo largo de la historia, sean accesibles a todos los agricultores.  No puede haber propiedad privada de las semillas y los seres vivos como nos lo impone la fase actual del capitalismo con sus leyes de patentes, de transgénicos y de mutaciones genéticas.  Las semillas son un patrimonio de la humanidad.
 

En cada localidad y región es preciso asegurar que se produzcan los alimentos necesarios que proporciona la biodiversidad local, a fin de preservar los hábitos alimenticios y la cultura local como una cuestión inclusive de salud pública.  Los científicos, médicos y biólogos nos dicen que la alimentación de los seres vivos, para su reproducción saludable, debe estar en armonía con el hábitat y la energía local.
 

Necesitamos políticas gubernamentales que fomenten la práctica de técnicas agrícolas de producción de alimentos, que no sean predadoras de la naturaleza, que no utilicen venenos y que produzcan en armonía con la naturaleza y la biodiversidad, y en abundancia para todos.  A estas prácticas llamamos agro ecología.
 

Precisamos impedir que las empresas transnacionales continúen controlando la producción de los insumos agrícolas, y la producción y distribución de los alimentos. Y a la vez avanzar en la adopción de prácticas de comercio internacional de alimentos entre los pueblos basadas en la solidaridad, la complementariedad y el intercambio. Y no más en el oligopolio de empresas, dominado por el dólar estadounidense.
 

Además, cabe al Estado desarrollar políticas públicas que garanticen el principio de que la comida no es una mercancía, que es un derecho de todos los ciudadanos.  Y la gente sólo vive en sociedades democráticas, con sus derechos mínimos garantizados, si tiene acceso al alimento-energía necesario.

Un nuevo modelo de producción
 

Bajo la hegemonía de este modelo del agro negocio asistimos a un proceso acelerado de concentración de la propiedad de la tierra y de la producción agrícola, y los bienes de la naturaleza están cada vez más concentrados en manos de menos capitalistas. Hubo una avalancha de capital extranjero y financiero para controlar más tierra, más agua, más agroindustrias y prácticamente todo el comercio exterior de los commodities agrícolas.
Además, con este modelo del agro negocio se ha afianzado una alianza ideológica de clases entre los grandes terratenientes y empresarios de los medios de comunicación, especialmente la televisión, revistas y periódicos, que se han tornado en promotores y propagandistas permanentes de las empresas capitalistas en el campo como único proyecto posible, moderno e insustituible. Hay una simbiosis entre los grandes propietarios de medios de comunicación, las empresas del agro negocio, los presupuestos de publicidad y el poder económico.

 

En estas nuevas condiciones la lucha por la tierra y por la reforma agraria cambió de naturaleza.  Por eso, en el VI Congreso Nacional del MST (Brasil) realizado el pasado mes de febrero se adoptó el programa de “Reforma Agraria Popular”, porque ella interesa a todo el pueblo.  Ya no es más una reforma agraria de los sin tierra, porque apunta a contribuir a los cambios estructurales necesarios para el conjunto de la sociedad.
 

Una política de reforma agraria no se reduce simplemente a la distribución de la tierra para los pobres, si bien puede ocurrir para resolver problemas sociales emergentes y localizados.  Se trata de un camino hacia la construcción de un nuevo modelo de producción en la agricultura.  Es urgente la reorganización de la agricultura para producir, en primer lugar, alimentos sanos para el mercado interno y para toda la población brasileña.  Para ello, es necesaria y urgente la implementación de políticas públicas que garanticen estímulos para una agricultura diversificada en cada bioma, produciendo con técnicas de agro ecología.
 

A los gobiernos les corresponde destinar más recursos en la investigación agrícola para la alimentación y no para beneficiar a las transnacionales.  Como también la puesta en marcha de un gran programa de implantación de agroindustrias pequeñas y medianas en la modalidad de cooperativas para que los pequeños agricultores puedan tener sus agro industrias sociales a fin de agregar valor y crear mercado a los productos locales.
 

Obviamente que la reforma agraria popular tomará más tiempo y será más difícil, porque vamos a tener que concientizar a la gente de la ciudad para que también se movilice, por ejemplo, por comida sana, por el etiquetado de los productos alimentarios que indique si contienen o no veneno, si tienen o no componente transgénico. Y, en general, por las contradicciones del agro negocio respecto de los alimentos, del cambio climático, del medio ambiente y el empleo.
 

Como señala el Programa del MST, ahora estamos ante nuevos desafíos, como:
 

«a) La reforma agraria popular debe resolver los problemas concretos de toda la población que vive en el campo;


«b) la reforma agraria tiene como base la democratización de la tierra, pero busca producir alimentos saludables para toda la población; objetivo que el modelo del capital no consigue alcanzar;


«c) la acumulación de fuerzas para este tipo de reforma agraria depende ahora de una alianza consolidada de los campesinos con los trabajadores urbanos.  Solitos los sin tierra no conseguirán la reforma agraria popular;


«d) ella representa una acumulación de fuerzas para los campesinos y toda clase trabajadora en la construcción de una nueva sociedad.”

 

*João Pedro Stedile es miembro de la Coordinación Nacional del MST y de la Vía Campesina Brasil, y Osvaldo León director de “América Latina en Movimiento.
 

Este texto es parte de la Revista América Latina en Movimiento, Nº 496, de junio de 2014, que trata sobre el tema “Políticas y alternativas en el agro en el año de la agricultura familiar”. Ver en http://www.alainet.org/publica/496.phtml
URL de este artículo: http://alainet.org/active/74923


En el año de la agricultura familiar: políticas y alternativas en el agro
América Latina en Movimiento, Nº 496, junio 2014

– El año de la Agricultura Familiar Campesina Indígena/ Osvaldo León
– Reforma Agraria Popular: una alternativa al modelo del capital/ João Pedro Stedile y Osvaldo León
– El impacto de la producción agroindustrial sobre el derecho a la alimentación/ Micòl Savia
– Agricultura Campesina/ Horacio Martins de Carvalho
– La agricultura campesina en Ecuador y sus potencialidades/ François Houtart
– Conflicto agrario y movimiento campesino en Paraguay/ Elsy Vera
– Zapata vive, la lucha sigue… En un campo que resiste/ Emilio García
– Declaración de Movimientos y Organizaciones Sociales ante la XXXIII Reunión FAO-ALCCLOC VC: Después de 20 años de luchas, grandes desafíos/ Diego Montón y Deo Carrizo

Edición digital (descargar en pdf): http://www.alainet.org/publica/496.phtml


Mas informacion: http://alainet.org
RSS: http://alainet.org/rss.phtml
Twitter: http://twitter.com/ALAIinfo

Te invitamos a sostener el trabajo de ALAI.
Contribuciones: http://alainet.org/donaciones.php
______________________________________
Agencia Latinoamericana de Información
email: info@alainet.org

Suscripciones: http://listas.alainet.org/listas/subscribe/alai-amlatina